lunes, 6 de febrero de 2012

El corralito, un recuerdo amargo

ANIVERSARIO DE UNA MEDIDA DRAMÁTICA


abel gilbert

Argentina impuso hace 10 años, en medio de una grave crisis, restricciones para sacar dinero de los bancos

Fuente : El Periodico.com

Diciembre del 2001 es una bisagra en la historia argentina. Dio por terminada la era neoliberal y la fantasía de contar con una moneda con el poder equivalente al dólar. «Somos del primer mundo», se decía. Todo comenzó en el verano de 1991. El presidente Carlos Menem no encontraba la manera de domar la inflación. Cavallo tomó las riendas de la economía y estableció la paridad cambiaria entre el peso y la divisa estadounidense. Argentina pudo financiar la despreocupada fiesta con el dinero de las privatizaciones. Era mejor importar que producir. Cuando las arcas se secaron y aumentó el déficit fiscal, comenzaron los problemas serios.
Menem abandonó el poder en 1999. Dejó unas altas cifras de paro, un fuerte endeudamiento externo y la economía en recesión. De la Rúa llegó a la presidencia con la promesa de un cambio y terminó administrando esa herencia. Pidió más dinero al FMI (40.000 millones de dólares). No alcanzó. De la Rúa pidió Cavallo que hiciera magia. El superministro propuso el déficit cero. Aumentó impuestos, recortó gastos, salarios en el Estado. Podó jubilaciones. No bastó.
En noviembre del 2001, la fuga de capitales había llegado a límites alarmantes. Para colmo, estaban agotadas las fuentes de financiación externa. El FMI le soltó la mano al Gobierno. El domingo 1 de diciembre, Cavallo anunció restricciones para retirar el dinero depositado en los bancos: 250 dólares por semana.
El 20 de diciembre, los saqueos se propagaron por algunas zonas de la periferia bonaerense. Las protestas se hicieron sentir en las puertas de los bancos. La central obrera llamó a la huelga. De la Rúa decretó el estado de sitio. La Plaza de Mayo fue tomada por una multitud. La policía reprimió. Fue el fin de una era.
A De la Rúa lo sucedieron tres breves presidentes peronistas. Dos veces Ramón Puerta y una Adolfo Rodríguez Saá, quien decretó la suspensión de pagos de la deuda externa. El senador Eduardo Duhalde, peronista también, terminó ocupando la presidencia en medio de calles con barricadas y la sede del Congreso saqueada. Duhalde devaluó de inmediato. La economía experimentó una caída abismal. La pobreza llegó a alcanzar al 40% de los argentinos. El Gobierno impuso además el llamado«corralón». Los depósitos se pesificaron. Los ahorristas, enfurecidos, fueron a golpear las puertas de los bancos. La indignación social encontró en la consigna Que se vayan todos una manera de descarga emocional.
La llegada al poder de Néstor Kirchner es fruto de esa época convulsa. Con la devaluación, la economía argentina recuperó su competitividad. Kirchner renegoció luego una fuerte quita de la deuda externa con la banca privada internacional. Argentina ha recuperado a su modo la normalidad institucional. El crecimiento tuvo un efecto social integrador. El consumo es hoy tan febril como entonces. Un dólar es equivalente a 4,30 pesos. Ha vuelto el mercado negro de la divisa. El futuro siempre despierta incógnitas. El corralito es un recuerdo amargo en cuyo espejo se miran hoy otras sociedades.

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